esta ignorancia del tamaño de la Tierra y de las longitudes, se imaginaba que deberían encontrarse en seguida al Occidente las islas, de las que sólo al Este y al Sur se conocía la distancia.
§ IV. Esta idea embargaba el espíritu de Cristóbal Colón, que acumulaba a los conocimientos teóricos y prácticos de la navegación las luces que había recogido de otros navegantes y todo el valor necesario para las grandes empresas. Convencido de la esfericidad de la Tierra, no hallaba la menor dificultad en atravesar el océano Atlántico con la ayuda de la brújula, de la que conocía no sólo la declinación, sino también el medio de corregirla.[1] Pidió a los genoveses, sus compatriotas, que no tenían otro medio que éste para reanimar su comercio, navios para la ejecución de su proyecto; pero los genoveses, ocupados en pequeñas especulaciones y atormentados sin cesar por las facciones domésticas que les sujetaban tan pronto a los reyes de Francia como a los duques de Milán, rechazaron sus proposiciones. Se dirigió entonces al rey de Portugal, que tampoco le escuchó, porque no creía que se pudiera llegar a las Molucas sino doblando el África; y únicamente España, después de largas y repetidas solicitudes, se determinó a confiarle algunos navíos. No obstante, Colón no tocó mas que en las islas de América, de la que sus sucesores descubrieron el continente, acariciando en vano la idea de encontrar un camino al oeste de Méjico y por el istmo de Panamá.[2]
§ V. La navegación de Colón originó disputas entre los españoles y los portugueses sobre algunas de las
- ↑ Tiraboschi, Storia della letter. Ital., tomo VI. Sin embargo, el conocimiento de la desviación no debía ser muy común entonces, puesto que lo ignoraban los pilotos de la escuadra de Magallanes.
- ↑ Léase Fernández de Navarrete, Viajes de Cristóbal Colón, volumen número 18 de la colección de Viajes clásicos editada por Calpe.