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Mi alma no siguió a la' suya. El cielo no me consideró, sin duda, bastante castigado, y ha querido que arrastre después una vida lánguida y miserable. Renuncio voluntariamente a que nunca sea más feliz.

Permanecí más de veinticuatro horas con mi boca pegada al rostro y a las manos de mi querida Manon. Mi propósito era morir all; pero, al segundo día, reflexioné que, después de mi muerte, su cuerpo se vería expuesto a servir de pasto a las fieras. Decidí enterrarla y esperar la muerte sobre su fosa. Estaba tan cerca de mi fin por la debilidad que me habían producido el ayuno y el dolor, que necesité emplear grandes esfuerzos para tenerme de pie. Vime obligado a recurrir a las bebidas que llevaba, las cuales me prestaron la fuerza necesaria para el triste oficio que iba a ejercer. No me era muy difícil abrir un hoyo en el sitio en que estaba: era un arenal. Rompi mi espada para utilizarla cavando, pero lo hacía mejor con las manos. Abrí una ancha fosa, coloqué en ella al ídolo de mi corazón, después de envolverla cuidadosamente en mi ropa para que no la tocara la arena. Claro está que antes hube de besarla mil veces con todo el ardor de un amor verdadero. Luego me senté junto a ella; la miré durante mucho tiempo, sin decidirme a tapar la fosa.

Por fin, viendo que mis fuerzas flaqueaban, y temeroso de que me faltaran por completo para dar fin a mi obra, sepulté para siempre en el seno de la tierra lo más amable y perfecto que vivió en by y valby