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Unas para enfermar, y otras que sanan,
Así el lanzon de Aquiles á Telefo
Hirió; pero su orin curó la llaga.
Lo que digo al varon, digo á la jóven,
Á ambos partidos doy iguales armas;
Y si bien, jovencitas amadoras,
No todo convendrá á vuestras desgracias,
Sabreis al ménos, qué hacen los varones,
Y su obrar os dará luces bien claras.
Gran cosa es, apagar indignos fuegos,
Y no ser siervo de pasion viciada.
Si hubiese consultado mis doctrinas,
Filis viviera, y á la escueta playa
Siquiera una vez más se acercaría,
Y aún vería volver á quien amaba:
Dido no hubiese visto moribunda
Desde la excelsa cumbre de su Alcázar
Darse á la vela las troyanas naves;
Ni Medea doliente se manchára
Con la inocente sangre de sus hijos,
Por culpa de Jason, que la dejaba.
Con mis reglas Tereo no sintiera,
Que en ruiseñor su culpa le trocára:
Venga Pasifae, y olvidará al Toro,
Venga Fedra, y verá morir sus llamas;
Venga Páris, y á Helena Menelao
Poseerá, y de Troya las murallas
No arrasarán las armas de los Griegos:
Si Escila impía mi arte consultara,
Niso, tu cabellera no perdieras.
Y hombres, para extinguir llamas infaustas,
A mi nave abordad, seré el piloto,

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