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El Cerbero tenia: á medio giro
La rueda de Ixion quedó sin aire
Quieta. En tanto de todos sus peligros
Libre subía Orfeo, y su consorte
Ya en su poder, siguiendo lo prescrito
Por Proserpina, un poco atras venia;
Cuando á su incauto amante sobrevino
Un delirio, sin duda dispensable,
Si los Manes supieran compasivos
Dispensar, y al salir se paró... ¡Ay triste!
Olvidó el pacto, y del amor vencido
Á su Eurídice vió. Perdióse todo...
Rompió el precepto del tirano impío,
Y por tres veces resonar se oyeron
Los profundos estanques del abismo.
¡Qué dice ella ¡Ay Orfeo! ¿Qué locura
A tí y á mí infeliz nos ha perdido?
Ved los crueles hados ya me mandan
Retroceder: mis ojos adormidos
Caen en sueño eterno: adios: rodeada
De negra noche voy. A tí dirijo,
¡Ay, ya no tuya! las rendidas manos.
Dijo; y luego cual humo enrarecido,
Por los aires se le huye de los ojos;
Ni más vió al infeliz que con ahinco
Tentaba en vano sombras, y quería
Decirle tanto..... Y Caron no quiso
Que la Estigia pasase el desdichado.
Qué hará? ¿Dónde buscar algun alivio,
Segunda vez perdida su consorte?
¿Qué lágrimas, qué voz, al Dios impío
Moverán, ni á los Manes? Y ya pasa,
Ya la difunta surca el lago Estigio.