sobre la vida soñar un sueño.
La dominaron los sinsabores,
que la flagelan como a inocente:
¡en la vendimia de los amores
fué desgranado racimo ausente!
Fué la azucena sobre el pantano,
flor de desdichas, a libertarla
no vino nadie, no hubo una mano
que se tendiese para arrancarla.
Sin transiciones, siempre vencida,
ni en el principio de su mal mismo
tuvo las glorias de la caida:
Su primer cuna ya era el abismo.
Bajo un hastío que no deseara,
pasó su noche sin una aurora
sin que en la vida la conturbara
ni una impaciencia de pecadora.
Y así, ha guardado con sus pesares
como un reproche, que se refleja
en las arrugas, sus azahäres
de nunca novia, de virgen vieja.
Los años muertos sólo dejaron
esa agonía que no la mata...
¡Jamás a ella la aprisionaron,
como entre flores, rejas de plata!
Forjó ilusiones, y las más leves
la sepultaron como en escombros;
sobre su testa cayeron nieves
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Misas Herejes.