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Evaristo Carriego.
Tus líricas flautas y tus ocarines
anuncian la fiesta de las harmonías,
y mariposean por toda la gama
crescendos chispeantes como pedrerías.
Por eso, semeja tu boca un mineático
salón, decorado con frescos de notas,
donde baila siempre, cautiva parlera,
una roja dama, galantes gavotas.
Por eso, te ofrecen mis cisnes altivos,
que tus adorables alondras desdeñan,
la dulce agonía del último canto
y doblan el cuello y escuchan y sueñan.
Por eso, si bebo tu risa bohemia,
— armónico vaso de néctares suaves —
¡mi pobre cabeza se llena de luna
y claudican todos sus órganos graves!