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Misas herejes.

Quiero brindarte versos porque te finjo buena,
con no sé que bondades, y porque eres morena
como la inspiradora de mis lejanos votos...
— perspectivas azules de paisajes remotos. —
Generosa que amparas de los fríos crüeles,
como un fruto viviente de tus sanos vergeles,
las rosas inviolables que tus labios oprimen.
(¡Oh las instigadoras del ensueño y del crimen!)
Paloma fugitiva de la Ciudad vedada,
donde el Dolor muriera bajo la enamorada
caricia del Consuelo: Ciudad donde las risas
suenan como campanas de las futuras Misas!



Ya sobre los hastíos de tus meditaciones,
como en fugas radiantes escucharás canciones
de músicas heráldicas, de las músicas locas
que enardecen las ansias y enrojecen las bocas
en besos fecundantes, cual rocíos de mieles
que hasta en el yermo hicieron florecer los laureles.
Yo, a tu rostro moreno consagraré violetas,
las nerviosas amadas tristes de los poetas,
y allá en las tibias tardes, serenas de optimismos,
cuando al disipar todos tus más graves mutismos
mis estrofas de hierro torturen tu garganta,
has de pensar, acaso, si es un hierro que canta!