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Evaristo Carriego.

Las muchachas están en la cocina:
una se ha puesto a preparar la masa,
algo quejosa de que falte harina,
y otra derrite en la sartén la grasa.

Las demás, como siempre, en diserciones;
lo de todas las noches: sobre el juego.
Bueno, a contar bolillas y cartones:
¿es qué tendremos lotería, luego?

Alegres charlan... No han de ser muy pocas
las historias... ¡Conversan tan de prisa!
¿Qué se conversará cuando esas locas
apenas pueden aguantar la risa?

¿Bromitas a la novia? Se conoce
que hoy se llevó un buen reto de la abuela:
¡la niña estuvo anoche hasta las doce
leyendo, muy oronda, una novela!

¡Sí señor! como suena, muy oronda...
Pero, lo sospechamos al culpable:
no es ella, no ... Es inútil que se esconda,
ya verá el pillo cuando abuela lo hable.

Y sigue el chaparrón. ¡Cómo diluvia
en el jardín! Adiós el enrejado;
era un adorno al fin, maldita lluvia...
¡Daba una vista, así, recién pintado!