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Evaristo Carriego.

de achaques de cetrería
y hace versos con Ronsard.
Muchas veces él ha dicho
que quisiera ser juglar;
pero sólo es un capricho
de señor que se fastidia
presa de un sombrío encono,
quizá al ver cuanta perfidia
hay en torno de su trono,
cuantas mezquinas traiciones...
Fuera su vida serena
a no ser las ambiciones
de la casa de Lorena.
Caviloso, hosco, altanero,
no le mirase la corte
de venir el heredero
que no le da su consorte. —

Si es que al responder no intentas
burlarte, novelador:
¿de las cosas que nos cuentas
cuál de todas es mejor?
Narren prosas las odiosas
pasiones de Catalina.
¡Ah, las intrigas tortuosas
de su astucia florentina!
¡Margarita!... elogien versos
su belleza: canten liras,