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Evaristo Carriego.

de diez bravos caballeros
que conversan prisioneros
en una lírica estancia.

Pero si no hay madrigal
de antigua delicadeza,
sobre mi propia rudeza
tengo una rosa augural:
— que ya es flor espiritual
pues son mis votos ahora,
que eternamente, señora,
vivas la olímpica gesta
del ensueño, de la fiesta,
de los lirios, de la aurora.

Y que tu hijo, el niño aquél
de tu orgullo, que ya empieza
a sentir en la cabeza
breves ansias de laurel,
vaya, siguiendo la fiel
ala de la ensoñación,
de una nueva anunciación
a continuar la vendimia
que dará la uva eximia
del vino de la Canción.