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Evaristo Carriego.

¡La que anuncia, por las tardes alegradas
de benditas borracheras, los regresos
presentidos a las carnes asoleadas
en el pleno mediodía de los besos!

Ríe y canta; torna bueno el rostro huraño,
y, como antes, tu garganta tentadora
volcará en mi copa negra el vino extraño
de una cálida armonía pecadora.

No me digas más del Rhin... Llueven tristeza
esos cielos de leyendas wagnerianas...
y ¡qué quieres! hoy yo tengo en la cabeza
más neblinas que tus músicas germanas!...