al cenáculo vedado
de su roja mesa invita.
¡Oh, furtivas comuniones en los cultos que revelan
el peligro imaginable
de las hostias consagradas
donde, lívidas, se ocultan
las cabezas desmayadas
de los duendes cautelosos que en la extraña misa velan...
Neurasténica enclaustrada
cuyos lirios de pureza
ha violado sin esfuerzo
la triunfal Naturaleza:
Esa siempre parturienta, santamente dolorida.
— Fué la hora en que cayeron
deshojados los claveles,
que, al sangrar las castidades
en los tálamos crüeles,
los augurios se regaron con los filtros de la Vida.—
Virgen mística de celda,
brasa blonda de incensario,
fiel ritual de oscurantismo,
fría imagen de santuario,
por la fe de su Locura tonsurada contra el Vicio,
que ha sentido en los insomnios
conmover su paz austera
un satánico deseo
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