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Y si su expléndida hoguera
El verde campo enrojece,
Mar de rayos reverbera.
Y el rico suelo florece
Cual perpétua primavera.



Todo en tu suelo fecundo
Respira encanto y amor;
En tu belleza me fundo
Para juzgar que el Criador
Te hizo el paraíso del mundo.



¡Valencia, Vírgen hermosa,
Que entre nubes de vapores
Naces de la onda espumosa
La sien ceñida de flores,
Pura, aérea y vagarosa.



Imágen de tantas bellas
Que encierras en tu álbeo seno,
¿A quien no fascinan ellas,
Si de tu cielo sereno
Son las fúlgidas estrellas?



Si de su purpúrea cuna
Al sol le robaron los rayos
Sus ojos, yo sé de alguna
Cuyos pálidos desmayos
Envidia la blanca luna.



Y ostentan tantos primores
Que han conquistado la palma
De ser las fragantes flores
Del Edén de los amores,
Del paraíso del alma.

Valencia, Setiembre de 1856.