¡Pobre negro! tus pesares
Se redoblan a millares
En la torpe esclavitud:
Que tu bárbaro destino
Es llorar y de contino
Ver abierto el ataud.
¡Porqué un alma noble me dieras ¡oh Cielo!
Si liga coyunda mi fuerte cerviz,
Si miro do quiera mil rostros de hielo
Y escucho palabras de muerte, ¡infeliz!
Iguales nos hizo la mano invisible
Del Dios sempiterno de paz y de amor,
Y en todos la llama prendió inextinguible,
Destello sublime del almo Señor.
En nave soberbia al Africa ardiente
El blanco codicia llevara y maldad,
Cautivo al inerme condujo insolente
Violando las leyes de santa igualdad.
Hundirle en sus aguas al mar no le plugo
Que senda espaciosa tranquilas le dán,
Y al negro condenan a bárbaro yugo,
A vida infecunda de mísero afán.