pues, lo que tiene la humanidad de general en sus instintos supremos, en sus necesidades universales, pertenece á la poesía de todos los paises: las singularidades de cada uno de ellos, los modos en que esas singularidades se traducen ó modifican aquellos instintos, constituyen lo que nosotros entendemos por lejislacion, por arte nacional.
Hemos dicho que esas especialidades no se distinguen aun entre nosotros, y creemos que no han de pronunciarse, en su totalidad, en mucho tiempo, porque han de ser, principalmente, el resultado de esa copiosa población, de varios hábitos, que hoy afluye en particular á nuestro pais; pero aun en este estado no puede dejar de sobresalir algun sentimiento, alguna necesidad; y la literatura que lo penetre y lo esplique, que ponga el dedo sobre nuestras llagas, será literatura nuestra, de ese dia, de ese dolor, de esa esperanza que nos embarga.
La época en que apareció Berro le imponia muy sérios deberes; el arte empezaba á tomar tintes locales, y las sociedades americanas llegaban á la sazón, en que habiendo cosechado larga y costosa esperiencia, en medio de sus convulsiones, era natural que abrigasen algún deseo poderoso que satisfacer.
La guerra civil le daba á la América sus amarguísimos frutos. A la algazara del motin, sucede el petrificante espectáculo de los cadalsos y las