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rizan las iras del huracan desatado, era plenamente extrangero á la sociedad, y estaba herido de muerte por su misma esterilidad.

No lo comprendieron asi algunos de sus sacerdotes, apegados á los envejecidos preceptos á manera de numismáticos, cuya ciencia se encierra entera en la esplicacion de antiguos bustos y geroglíficos. — No advirtieron, como casi nunca lo advierten los poderes establecidos, que todas las fórmulas sociales deben seguir la marcha del pueblo, plegarse á sus necesidades, amoldarse á los hechos que se realizan; y que el medio mas seguro de hacer imposible las revoluciones es comprender aquella necesidad y hacerle de buen grado los sacrificios que reclame. [1]

De consiguiente, se trabó dura guerra entre los novadores que escribieron en su bandera — libertad para el arte, y los que alzaban irascibles el antiguo pendon: desde entonces la suerte estuvo tirada y la revolucion debia recorrer todas sus faces.

Los escesos del llamado romanticismo fueron un resultado natural y que estaba en relación con la tenacidad de sus contrarios. — La escuela rival, estrema, se reasumió en la forma; para ella las reglas eran todo. — Su antagonista, en desquite, dijo, que las reglas eran nada. Cada uno de estos bandos se apropió un pedazo de la verdad,

  1. Nuevos ensayos de política y filosofía, — por Mr. Ancillon.