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aquejarian aquella alma en el momento en que el espléndido manto que viste el mundo á nuestros ojos de niño, se convierte en paño negro empapado de llanto?

Berro, lleno de la fortaleza de la virtud, é iluminado por su inteligencia, tenia la conciencia de sus deberes. No podia ser de otro modo, porque Dios no prodigó los dotes que le concedió, para que se estingan en estériles gemidos. Tal vez ese tinte melancólico, que tanto interés daba á su pálido rostro, era hijo de la tristeza que produce la contemplacion de esas hondas miserias, hermanada con los duelos domésticos que ha vestido su hogar, desde los tempranos dias en que su valiente hermano D. Ignacio rindió la vida por la Patria, en los gloriosos campos de Ituzaingó.

Muy serias tareas ocupaban su ánimo. La infame tiranía ejercida en la raza de color, no podia dejar de sacudirlo fuertemente; el corazon y la justicia la condenan con horror. Un homenaje tributado al talento de Berro por el Superior Tribunal de Justicia, nombrándole asesor del defensor de esclavos en 1839, y que el aceptó y desempeñó con un saber y una elevacion que bastarian para ilustrar su nombre, le dió ocasion de conocer en todos sus inauditos detalles la opresion que pesa sobre esos míseros hombres, que la perversidad humana quiere transformar en bestias. Se consagró entonces á promover la aplicacion del remedio radical de esa lepra de nuestra sociedad.