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Luz funeraria, vierte
Mustio, fugaz destello
Sobre el rostro inerte
Que de lozano y bello
Fiero paró la muerte.
Nadie eficaz consuelo
Dióle con labio amante
Ni mitigó su duelo
En el terrible instante
De abandonar el suelo.
Nadie doliente llora
Sobre su faz marchita;
Ni la piedad implora
En oración contrita
Del Dios que el justo adora.
Que en ese enjuto seno
Se aposentaba el crimen,
Desque al rubor ageno
Pudo salvar el limen
Que lleva al desenfreno,
Fué su ventura gota
De matinal rocío
Que rudo viento azota,
O que ferviente estío
Con seco rayo agota.
Mientras creciera oscura
Bajo el paterno techo