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Así la rosa, que aromas
Esparce en el prado ameno,
Perece si el tierno seno
Hieren los rayos del sol.
 
Deja las aguas, incauta,
Vuelve á tu pobre morada,
Y allí, del mundo olvidada,
Amor y dicha hallarás.
 
Crece en el bosque sombrio
La ruborosa violeta,
Y nunca mano indiscreta,
La roba al suelo feliz.

 

Mayo 31 de 1840.