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Virjen, dice, lacrimosa,
De Dios padre tan querida,
Por la sangre que vertida
Los humanos rescato.
 
Vuelve á mí tus dulces ojos,
Ten piedad de quien te implora,
Que la culpa roedora
Me consume sin cesar.

¡Yo pequé! Bebí en la copa
Rebozada de impureza
Con que brinda á la belleza
La maldita corrupción.

Hubo un hombre que en mis labios
Derramó infernal veneno;
Yo le abrí mi incauto seno
Y él.... ya madre, me dejó.

Mil desprecios me aguardaban
En un mundo sin clemencia
Que seduce á la inocencia
Y se burla de su afan:

Un horrible pensamiento
Brilló entonces en mi mente;
Yo dí á luz un inocente,
Y á este templo le arrojé.

¡Hijo mio! El seco labio
Te dió aquí el adios postrero: