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Al pié de torre que elevó el creyente
Yace el mendigo de atristada faz,
Gravados, ¡ay! sobre su calva frente
Los hondos surcos del dolor tenaz:

¡Oh sol! esclama con cortado aliento,
¡Bendito Dios que te arrojó a lucir!
En presa el alma a sin igual tormento
Anoche, helado, me sentí morir.

Allá en los años de mi edad lozana
En blando lecho, sin pesar, dormí;
En frio mármol mi cabeza cana
Hoy solo posa, despreciada, aquí.

¡Cuanta miseria! Del amarga copa
Las heces todas apuré, señor;
Diez años hace que mi hambrienta boca
El pan demanda por tu santo amor.

¡Feliz si al menos no pidiese en vano!
Alivio hallara mi terrible afan;
Mas no, del hombre, para escarnio, hermano
El labio dice, y me deniega el pan.


II.

Cual grano ligero
Que al mar el pampero
Bramando arrojó;