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Largo tiempo habituado a errar sobre mares desesperados, tu cabellera de jacinto, tu clásico perfil, tus cantos de náyade me han transportado al corazón de aquella gloria que fué la Grecia, de aquella grandeza que fué Roma.

¡Oh! allá abajo, en la espléndida abertura de esa ventana, como eres parecida a una estatua, de pie, tu lámpara de ágata en la mano. ¡Oh Psiquis, tu que me has llegado de esas regiones que son la Tierra Bendita!....

1831.

A LA CIENCIA

Soneto

¡Oh Ciencia! tu eres la verdadera hija del viejo tiempo, tu, cuya mirada indiscreta transforma todas las cosas! ¿Por qué haces tu presa del corazón del poeta, oh buitre, cuyas alas son las sombrías realidades? ¿Cómo podría él amarte? Como te creería sabia si no has querido dejarlo vagar en sus ensueños en busca de tesoros en el seno de los cielos constelados, por más de que hasta allí subiera con ala intrépida? ¿No has arrancado Diana a su carro,