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Mi alma tantalizada reposa dulcemente aquí, olvidando, sin recordarlas jamás, sus rosas, sus antiguas ansias de mirtos y de rosas.

Pues ahora, mientras reposa tan tranquilamente, imagina a su alrededor, una más santa fragancia de pensamientos, una fragancia de romero mezclado a pensamientos, a sabor callejero y al de los bellos y rígidos pensamientos.

Y así yace ella, dichosamente sumergida en recuerdos perennes de la constancia y de la belleza de Annie, anegada en un beso a las trenzas de Annie.

Tiernamente me abraza, apasionadamente me acaricia. Y entonces caigo dulcemente adormecido sobre su seno, profundamente adormido del cielo de su seno.

Y así reposo tan tranquilamente en mi lecho—conociendo su amor—que me creeis muerto. Y así reposo, tan serenamente en mi lecho,—con su amor en mi corazón,—que me creéis muerto, que os estremecéis al verme, creyéndome muerto.

Pero mi corazón es más brillante que todas las estrellas del cielo, porque brilla para Annie, abrasado por la luz del amor de mi Annie, por