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Teócrito

Sin el menor resabio,
Y para tí gustoso lo reservo
Si repetirme quieres
El himno melodioso que te pido.
Canta, amigo querido,
Que no te envidio. ¿Ó á Pluton prefieres
Reservarlo en el reino del olvido?

¡Musas del alma mia!
Empezad una agreste melodía.


A Tirsis el del Etna veis delante
Y esta de Tirsis es la voz sonante.


¡Oh Ninfas! ¿Qué collado,
Qué bosque ó verde prado,
Qué valle os escondia,
Cuando el pastor más lindo,
Cuando Dáfnis de amor triste moria?
¿En el risueño Pindo
Morabais por acaso,
O en las amenas selvas del Parnaso?[1]
¡Ah! No la gran corriente
De Anapo os albergaba
Ni de Acis el torrente;
Ni vuestra planta erraba
Del Mongibelo entre la ardiente lava.


¡Musas del alma mia!
Empezad una agreste melodía.


  1.