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Idilio I.

¡Vigor de juventud tiene el anciano!
Del viejo pescador no á gran distancia
Una viña se observa (¡rico entalle!)
De racimos cargada en abundancia.
Tras de las espinosas
Cercas la guarda un niño: dos raposas
Giran en torno; va de calle en calle
Comiendo uva madura
La una. Junto á la cesta
Acecha la otra y á robar se apresta,
Y no apartarse jura
Sin haber hecho el postrimer esfuerzo
Para dejar al niño sin almuerzo.
En tanto el mozalvete cabizbajo
De espigas y de juncos entreteje
Vistosa trampa de coger cigarras,[1]
Y atento á su trabajo,
No le importa la cesta ni las parras,
Ni que la zorra sin comer lo deje.
El vaso en fin circunda
¡Eólico portento!
De suave acanto artística corona.
El corazon se inunda
Al verlo de estupor y de contento.
Lo trajo en un bajel de Calidona[2]
Un marinero; y díle en recompensa
A más de un bello queso (enorme disco
De blanca leche densa)
La cabra más hermosa de mi aprisco.
El rico vaso áun no tocó mi labio:
Intacto lo conservo

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  2.