Página:Poétas bucólicos griegos (1880).pdf/89

Esta página ha sido corregida
5
Idilio I.

No puedo, no, Pastor. No es permitido
A nosotros tañer á medio dia
La flauta; porque Pan hácia la siesta
A reposar se acuesta
Cansado de su larga cacería.
Su cólera tememos; que es terrible
Cuando la ira lo embarga,
Y tiene en la nariz bílis amarga.
Mas tú (que el fin sensible
¡Oh Tírsis! y el amor infortunado
De Dáfnis[1] bien conoces, y has llegado
De los metros bucólicos al colmo)
Acércate gentil; bajo aquel olmo
Siéntate complaciente,
Y canta de las Náyades[2] divinas
Y de Priapo[3] enfrente:
Allí un rústico banco, allí hay encinas.
Y si tan suavemente modulares
Como aquella ocasion, que al Africano
Crómis audaz vencieron tus cantares,
Tres veces ordeñar podrá tu mano
Una cabra que tengo con dos hijas,
Y que, aunque dos cabritas amamanta,
Le sobra leche tanta
Que llena cada dia dos vasijas.
Tambien un vaso nuevo quiero darte
De reluciente cera barnizado;
Profundo, de asa doble, con mucha arte

  1.  
  2.  
  3.