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LXVIII
PRÓLOGO.

pio hasta el fin; pero no sé si habré tenido buen éxito en este mi primer ensayo. No cansaré á usted con más pormenores: usted y el público juzgarán si he acertado en mi eleccion de metros, y solo añadiré que, con excepcion del romance endecasílabo, en todo lo demas he procurado seguir las huellas de nuestros buenos poetas del siglo xVI.

Si para traducir bien á un poeta, se requiere otro poeta, segun el bien conocido axioma, para expresar en un idioma moderno la graciosa sencillez, la riqueza de lenguaje y la magnificencia de de descripcion que caracterizan á Teócrito, sería preciso, no sólo un poeta del calibre del modelo, sino una lengua tan flexible y tan rica como la griega. Difícil es encontrar reunidas todas estascircunstancias; y ni áun Virgilio ni Ovidio, á pesar de su genio y de la riqueza de la lengua latina, igualaron al Bucólico de Siracusa en los pasajes que imitaron ó tradujeron.

«Teócrito (dice el italiano Vincenzo Gravina, Della Ragion Poetica, c. xx); Teócrito, que imitó las costumbres pastorales, fué felicísimo en su empresa; pues ni ofendió la simplicidad con su cultura, ni con representar los puntos más finos de las pasiones perdió el carácter de la rusticidad, y todos sus pensamientos y maneras parecen nacidas de la mente grosera de aquellos pastores. En las cosas y en las expresiones lo hallamos moderado por justas medidas, y templado por suavísima gracia, que resulta de la dulce combinacion de las palabras y de la delicadeza que é todas partes conserva.»