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LXI
PRÓLOGO.

fancia: poco á poco se acostumbrará á más sólidos alimentos, y no le arredrarán despues las páginas de los Basilios y Gregorios. El mismo Crisóstomo se deleitaba en la lectura de los Cómicos Griegos, y á él debemos la conservacion de las pocas comedias que nos restan de Aristófanes. Aun el grande Apóstol San Pablo no temió citar, entre los textos dictados por el Espíritu Santo, los versos de un poeta profano. Animado con tan ilustres ejemplos, no he vacilado en dar á luz la version castellana de los Idilios de Bion: si el público la juzga favorablemente, emprenderé otros trabajos mayores; si su fallo es demasiado severo, romperé para siempre mi destemplada lira.-Valenciana 20 de Junio de 1868.»

Usted sabe la buena acogida que tuvo mi publicacion, y recordará que un año despues hacía yo imprimir en el periódico El Renacimiento el Idilio III de Mosco, precedido de la siguiente carta á los Sres. D. José Sebastian Segura y D. Ignacio M. Altamirano:

«La benévola acogida con que honrasteis mi version métrica de los Idilios de Bion de Esmirna me sugirió la idea, ó mejor dicho, me confirmó en el propósito, de traducir en verso castellano á los otros dos Bucólicos Griegos. Las multiplicadas ocupaciones y viajes casi contínuos me han privado de la tranquilidad y reposo que se requieren para seinejante empresa; así es que apénas he podido delinear los principales cuadros de Mosco de Siracusa, sin acabar más que uno sólo, y áun éste no me ha sido posible retocarlo. Es el que hoy os ofrezco, y en el cual presenta el discípulo á su maestro espirando víctima del veneno y llorado por los dioses, por los hombres y por toda la naturaleza. El original es inimitable; mi copia no puede ménos que ser pobrísima. Sea como fuere, á vosotros la dedico, y por vuestro medio á la juventud estu diosa de Méjico y á los amantes de la Literatura Griega.»