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PRÓLOGO.

obras de nuestro poeta. Su método andantesco de traducir no es la primera vez que se practica en su patria. IPANDRO ACAICO traduce á Teócrito sin más texto que la pequeña edicion de Boissonade (Paris, 1823), y,'en vez de diccionario, que no podia llevar consigo, ayudado tan sólo de la version poética italiana de Pagnini, que en la edicion diamante de Florencia guardaba en la faltriquera, «con el ánimo agitado y el cuerpo extenuado con el movimiento, las fatigas de viajes contínuos por regiones casi desiertas, y la inedia y privaciones que acompañaban á tales jornadas.» No de otra suerte tradujo á Ovidio, en el siglo xVI, el sevillano Diego Mejía, negociante en Indias, é individuo de la Academia Antártica de Lima. Navegaba del Perú á Nueva España en 1596, y habiendo padecido naufragio, que le arrojó á las costas de Acajutla, tuvo que hacer hasta Méjico camino penosísimo de trescientas leguas españolas, á paso lento de recua, y «para engañar,» como él mismo dice, «sus propios trabajos,» ocupóse durante el viaje en traducir, en tercetos, las Heroidas de Ovidio, valiéndose de un ejemplar que «para matalotaje del espíritu y por no hallar otro libro » compró á un estudiante en Sonsonate. La traduccion de Mejía, incluida en la coleccion de Fernandez, es una de las mejores que poseemos en castellano, de poetas clásicos. Ni Teócrito en Siracusa 6 Alejandría, ni Ovidio en Roma ó el Ponto, hubieran jamás soñado en este género de peregrinaciones que, para solaz de hombres doctos y enriquecimiento de una