á vuestros amigos (12) y muy apasionaos. Y yo, ó Céphalo, le dixe, me deleito infinito de tratar con los muy ancianos (13) como vos; porque me parece que conviene informarse de ellos, como que han andado aquel camino, por el qual deberemos nosotros pasar necesariamente algun dia, si es escabroso y difícil, ó llano y expedíto. Y puesto que os hallais al presente en la edad que los poetas llaman el umbral de la vejez (14), me dariais gran gusto en decirme si por ventura mirais este periódo como el mas penoso de la vida. Céph. Asi Dios me ayude, Sócrates, que os diré mi pensamiento, sin ocultaros nada. Me sucede (15) muchas veces, segun el antiguo proverbio, concurrir con algunos de mi misma (16) edad. En la conversacion muchos de ellos se quexan, acordándose de los placeres del amor y regalos de la mesa, y otros de esta naturaleza, que disfrutaban en su juventud, y se indignan de esta pérdida, como si fuese de los mas grandes bienes, diciendo: que la vida que entónces llevaban era felíz; mas que al presente ni aun merecia el nombre de vida. Algunos se lamentan de los ultrages de sus domésticos á que les expone la vejéz, y sobre esto la insultan con repetidos clamores, siendo para ellos causa de tantas penas. Pero á mí me parece, Sócrates que no dan en la verdadera causa de sus males; porque si ésta fuese la vejéz, deberia sin duda causar los mismos efectos en mí, y en todos aquellos que llegaron á esta edad. Pues
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