LXVI
en un encierro, temiendo que con el trato de hombres de talento é instruccion se llegase á conocer, y cansado de la esclavitud, conspirase contra su persona. Apénas subió al trono este jóven Príncipe, quando deslumbrado con su grandeza no puedo ménos de caer en los lazos de sus cortesanos, que nada omitiéron para corromperle, y viniéron á ser los ministros y artífices de sus placeres. Dion que tenia por mas perjudiciales al Estado las disoluciones del jóven Dionisio, que las crueldades de su padre, no perdia ocasion de hacerle ver los abismos donde iba á precipitarse; y creyendo que sus vicios provenian de ignorancia y de ociosidad, procuraba meterle en ocupaciones honestas, é inclinarle á las ciencias, sobre todo á la que puede reformar las costumbres. Entre los muchos consejos y avisos que le daba, solia decirle, que la virtud sola podia hacerle disfrutar la verdadesra felicidad, que se extendiese sobre todo su pueblo: y que el temor y la fuerza no eran los apoyos verdaderos del trono, sino el afecto y amor de los vasallos, frutos indefectibles de la virtud y de la