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LXI

furor, reprimió todos sus deseos con la esperanza de tiempos mas favorables. Quiso la fortuna favorecer sus buenas intenciones, pues á poco fuéron arrojados los treinta tiranos, y se restableció la antigua forma de gobierno.

Este suceso alentó algun tanto las casi del todo muertas esperanzas de Platón; aunque conoció bien pronto que el nuevo gobierno no era mejor que el pasado, pues se despreciaban las leyes, no habia órden ni disciplina, y toda la autoridad estaba en manos del pueblo, siempre mas temible que los mismos tiranos. Sócrates fué una de las víctimas sacrificadas por este gobierno, y Platón que tenia entónces treinta años, y era Senador, subió á la tribuna para defenderle, obligandole sus concolegas á callar, quando apénas habia empezado su discurso. Este desenfreno de iniquidad aumentó el amor que tenia á la filosofia, y despues de muerto Sócrates, temiendo la inhumanidad de los atenienses se retiró á Megara en casa de Euclides con otros amigos suyos. Entónces empezó á oir las lecciones de Cratylo, que enseñaba la