LX
la ignorancia es un mal mayor respecto del alma, que lo es la ceguera respecto del cuerpo.
Siendo ya entónces muy conocido el mérito de Platón, hiciéron quanto pudiéron los ministros de la tiranía para ganarle y obligarle á tomar parte en su gobierno. Nada se le proponia que no fuese muy conforme á su edad y á sus máximas, y toda su ambicion se dirigia á que las luces que habia adquirido fuesen útiles á su pátria, esperanzado en las promesas de estos treinta tiranos, que al fin los determinaria á dexar sus modales tiránicos, y á gobernar la ciudad con la sabiduría y moderacion de buenos Magistrados. Ocupado dia y noche de estos pensamientos, y buscando los medios mas propios de salir con su designio, observaba con cuidado todos sus pasos; pero conoció desde luego que el mal iba en peor, y que el espíritu de tiranía estaba tan arraigado, que era imposible destruirle. Afligido de esta calamidad que Dios solo podia remediar, y en la qual teniendo parte en los negocios, era preciso ó ser cómplice de sus crímenes, ó víctima de su