por los buenos servicios que habia hecho á la República y á su pátrica, y por el cuidado que se habia tomado en inspirar el amor á la virtud, se condenaba á ser mantenido toda su vida en el Pritaneo á costa del Estado. Sin embargo, como siempre fué observantísimo de los estatutos de su país, se dexó persuadir con facilidad por sus amigos Platón, Critón, Critobulo, y Apolodoro, que saliéron por sus fiadores, y se impuso á sí mismo la multa de treinta minas, que serian como unos cien ducados.
Satisfecha esta formalidad, los jueces que votaron su condenacion, deliberaron un poco tiempo sobre el género de suplicio, y le sentenciaron á beber la cicuta. Pronunciada la sentencia volvió á dirigir su discurso á los jueces, y predixo á los que habian condenado, que pronto se arrepentirian de haberle quitado la vida; y á los que le absolviéron, y estaban afligidos de su suerte, les hizo ver que la muerte no es un mal, sino un bien para el justo. Quando le llevaban á la prision, muchos de sus discípulos y amigos se le acercaron llorando y dando