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que vos decís muy bien: y aún en prueba de ello, podía alegar alguno lo que se observa en los animales. Podiamos tambien traer en testimonio el verso de Homero citado mas arriba (a)[1]: Ulises se hirió el pecho, y alentó con estas palabras su corazon abatido: porque es evidente que Homero representa aquí como dos cosas distintas; de una parte la razon que riñe despues de haber reflexionado sobre lo mejor y peor; de otra, la cólera ciega que experimenta sus reprehensiones. Glauc. Esto está perfectamente bien dicho.

Soc. En fin, aunque con gran trabajo, hemos conseguido manifestar con bastante claridad, que en el alma del hombre hay tres principios que corresponden á cada uno de los tres órdenes del estado. Glauc. Así es. Soc. No es ahora como preciso, que la república y el particular sean prudentes del mismo modo y por el mismo principio? Glauc. No tiene duda. Soc. Y que el particular sea fuerte de la misma manera y por la misma razon que la república: en una palabra, que todo lo que contribuye á la virtud se encuentre del mismo modo en el uno que en el otro? Glauc. Es muy necesario. Soc. Por tanto, pienso que diremos, mi amado Glaucon, que lo que hace á la república justa, hace igualmente justo al particular. Glauc. Tambien esto es muy preciso. Soc. Pues no nos hemos olvidado,

  1. (a) Odys. 20. v. 27