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grande, la otra mas chica, se dice que son lo mismo; son por ventura desemejantes, ó semejantes por aquello que obliga á decir que son una misma cosa? Glauc. Ellas son semejantes. Soc. Segun esto el hombre justo, en quanto justo en nada se diferenciará de una república justa; ántes bien le será perfectamente semejante. Glauc. Es cierto. Soc. Es así, que nosotros hemos concluido que nuesrra república era justa, porque las tres clases que la componen, obraba cada una conforme á su naturaleza y su destino: hemos visto ademas que ella recibia de estas tres clases y no de ningun otro afecto, ó disposicion, su prudencia, su fortaleza y su templanza. Glauc. Esto es verdad. Soc. Si pues encontramos nosotros, amigo mio, en el alma del hombre, tres partes que correspondan á los tres órdenes de la república, y entre las quales reynen los mismos afectos y subordinacion, daremos al particular los mismos nombres que hemos dado á la sociedad. Glauc. No podremos rehusarselos. Soc. Vednos pues metidos, estimado amigo, en una qüestion muy implicada respecto del alma: trátase de saber, si ella tiene, ó no en sí las tres partes de que acabamos de hablar. Glauc. Ciertamente, que esta qüestion es muy embarazosa: veo muy bien, Sócrates, que lo que se dice comunmente es cierto, las cosas hermosas (12) son dificiles. Soc. Pienso como vos, y sabed ademas, amado Glaucon, que continuando baxo el mismo órden que hemos llevado hasta aquí, soy de