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mostrareis. Soc. Seguidme, invocando ántes conmigo á Dios: Glauc. Esto es lo que voy á hacer: solo os pido que me sirvais de guia. Soc. El parage me parece de dificil acceso y lleno de tropiezos, pues en verdad es obscuro é inescrutable: abanzemos no obstante. Glauc. Abanzemos. Soc. Despues de haber registrado algun tiempo: ay, ay, exclamé yo, mi amado Glaucon! paréceme que yo he descubierto ya las huellas, y creo que no se nos ha de escapar. Glauc. Buenas nuevas me dais. Soc. En verdad, somos bien poco perspicaces el uno y el otro. Glauc. Por qué decís esto? Soc. Hace ya mucho tiempo, mi amado amigo, que nos anda entre los pies, y no la hemos visto. Tan dignos de risa como los que buscan en otra parte to que tienen entre sus manos, dirigiamos á lo léxos nuestra vista, en vez de registrar cerca de nosotros donde ella estaba; á cuya causa sin duda se nos ocultó por tanto tiempo. Glauc. Cómo decís vos? Soc. Yo digo que hablamos nosotros aquí hace mucho tiempo de la justicia, sin considerar que es de ella de quien nosotros hablamos. Glauc. Largo preámbulo, para quien con andia espera oir lo que desea. Soc. Ahora bien, escuchad si yo tengo razon. Lo que nosotros hemos establecido al principio, quando fundabamos nuestra república, como una obligacion universal é indispensable, es, á lo que pienso, ó la justicia misma, ó á lo ménos una imágen suya muy parecida. Pues nosotros deciamos y hemos repetido mu-