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otra cosa. Soc. Esta es la causa por qué yo juzgo, que en cualquier estado que éste sea, mal ó bien gobernado, no deba un sábio legislador entrar en este por menor de leyes y reglamentos: en el uno, porque es inutil, y no se adelantará nada: en el otto, porque qualquiera encontrará facilmente una parte, y la otra se seguirá como por sí misma de las leyes ya establecidas.

Adim. Qué otra ley pues nos falta que establecer? Soc. Á nosotros ninguna. Pero dexamos al cuidado de Apolo delfico el promulgar las mas grandes, las mas hermosas y las mas importantes. Adim. Quáles son estas? Soc. Las que miran á la construccion de templos, á los sacrificios, al culto de los dioses, de los génios y de los héroes, á los funerales, y á las ceremonias que sirven para aplaca los manes de los difuntos: porque en realidad ignoramos lo que debe disponerse sobre esto, y pues que nosotros fundamos una república, no seria cosa prudente el referirnos á otros hombres, ni consultar otro intérprete que al Dios del pais: por quanto este Dios es en materia de religion, el intérprete natural de todos los hombres, habiendo expresamente escogido el medio de la tierra para dar desde allí sus (10) oraculos. Adim. Vos decís bien: y así hemos de hacerlo.

Soc. Supongamos pues, hijo de Aristín, que ya está formada nuestra ciudad. Apelad ahora á vuestro hermano, á Polemarco y á todos los que aquí están, á fin de que procureis con el socor-