reza las leyes que hemos referido poco (7) antes. Adim. De lo contrario, ellos pasarán la vida en publicar cada dia nuevos reglamentos sobre todos estos artículos, en añadir correcciones sobre correcciones, imaginandose siempre que ellos descubrirán lo que hay mas perfecto en el asunto. Soc. Esto es decir, que su conducta se asemejará á la de aquellos enfermos, que no quieren por intemperancia, renunciar á una órden de vida que destruye la salud. Adim. Justamente. Soc. La conducta de estos enfermos es cosa muy graciosa. Ellos andan siempre á vueltas con los remedios, y en vez de adelantar su curacion, aumentan y multiplican sus enfermedades, esperando no obstante siempre á cada remedio que se les propone, que les ha de restituir la salud. Adim. Precisamente son estos los afectos de los tales enfermos. Soc. Pues qué! no es aún lo mas gracioso en ellos, el mirar como á su mortal enemigo al que les dice la verdad, y les declara que si no dexan de comer y beber con exceso, y de vivir entregados al libertinage y á la ociosidad; ni las medicinas, ni los cauterios, ni el hierro, ni los encantos, ni los amuletos (8), ni cosas semejantes, les servirán de nada? Adim. Yo no veo que tenga ninguna gracia indignarse de este modo contra los que les dán buenos consejos. Soc. Me parece que vos no sois apasionado á esta clase de gentes. Adim. Par diez que no.
Soc. Ni tampoco aprobareis, segun ántes deciamos, la conducta de toda una república que