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nes se hiciesen tales ofertas estimarian mas hacer la guerra á perros enjutos y robustos, que con ellos pelear contra ovejas gordas y delicadas? Adim. Pienso que no. Pero si alguna ciudad vecina recoge dentro de sí todas las riquezas de la demas, guardaos que la nuestra pobre como ella es, no corra algun riesgo grande. Soc. Qué buen hombre sois en pensar, que alguna otra ciudad que la nuestra merezca llevar este nombre? Adim. Por qué no? Es menester dar á las otras ciudades nombre de significacion mas amplio; porque cada una de ellas no es una ciudad, sino muchas ciudades como dicen los niños quando juegan (2). Por lo menos allí hay siempre dos que se hacen mútuamente la guerra, una de ricos, otra de pobres: mas cada una de éstas se subdivide aún en otras muchas. Si vos las combatís todas como si fuesen una sola ciudad, errariais en gran manera y se os frustraria vuestro intento. Pero si comtemplais á cada una de estas ciudades como compuesta de muchas, y abandonais a los unos las riquezas, el poder, y aún la vida de los otros, tendreis vos siempre muchos aliados y pocos enemigos. Toda ciudad gobernada por sábias leyes, tales como las nuestras, será muy grande. No digo esto por alabarla, sino que en verdad será grande, aunque no pudiese poner en pie arriba de mil combatientes. No encontrareis vos con mucha facilidad una tan grarde ni entre los griegos, ni entre los bárbaros, por mas que haya muchas

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