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diciendole : no os imagineis , buen hombre , que debamos pintar los ojos hermosos en tanto grado , que no se descubra siquiera que son ojos; y lo que digo de esta parte del cuerpo debe entenderse de todas las demas: examinad mas bien si dando nosotros á cada parte el color que le corresponde, sacamos un todo perfecto. Lo mismo os digo yo , Adimanto. No nos forceis á aplicar á la condicion de nuestros guerreros una dicha , que les haga ser qualquier otra cosa que lo que ellos son. Podríamos , si quisiesemos vestir á nuestros labradores de preciosos vestidos, bordados de oro , y mandarles que no cultivasen la tierra salvo por recreo: y que los alfareros recostados sobre su derecha junto al horno , comiesen y bebiesen á su placer, dexada á un lado la rueda, con la libertad de trabajar quando tuviesen gana. Podriamos del mismo modo hacer dichosas todas las otras condiciones, á fin, que el estado todo gozase de una perfecta felicidad. Mas no nos deis semejante consejo ; porque si le seguimos , el labrador dexaria de ser labrador, el alfarero dexaria de ser alfarero, todos saldrian fuera de su condicion, y no habria ya sociedad. Pero al fin, que los otros se contengan ó no dentro de su estado , no es de la mayor conseqüencia. Porque que los zapateros hagan mal su oficio , que ellos se dexen corromper, ó que alguno se venda por zapatero no lo siendo , al pueblo no resultará gravísimo perjuicio. Pero si los que están puestos para guardas

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