eran uno y otro tales como aquellos á quienes se asemejaban. Thrasim. En verdad convenimos. Soc. Es pues evidente que el justo es bueno y sábio, y el injusto malo é ignorante. Thrasimaco convino en todo esto, pero no con tanta facilidad como yo ahora lo cuento, sino arrastrado y á duras penas, sudando á mares, por estar en lo caloroso del estío. Entónces vi por primera vez, ántes jamás, avergonzado á Thrasimaco. Despues que hubimos convenido en que la justicia era sabiduria y virtud, y la injusticia vicio é ignorancia; mirémos, le dixe yo, este punto como cosa decidida. Nosotros hemos dicho ademas que la injusticia tenia la fuerza por herencia. No os acordais de esto Thrasimaco? Thrasim. Sí me acuerdo; pero yo no estoy satisfecho de lo que vos acabais de decir, y tengo que responderos; aunque sé muy bien que si solo abro la boca, direis que hago una arenga. Dexadme pues la libertad de hablar quanto quiera, ó si quereis preguntar, hacedlo; que yo diré amen á todo, y concederé y negaré con movimientos de cabeza, como hacen los niños con las viejas que les relatan cuentos. Soc. Lo que encarecidamente os ruego es, que nada digais contra vuestra opinion y modo de pensar. Thrasim. Pues que no me dexais decir lo que me parezca, yo hablaré á gusto de vuestro paladar: deseais aún por dicha otra cosa? Soc. Por cierto, nada, con tal que cumplais esto, que sí lo
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