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honor, porque temerian ser mirados como mercenarios, si abiertamente exigian, algun salario por el mando; ó como ladrones, si convertian con disimulo, en provecho suyo las rentas públicas; ó como ambiciosos, si tenian en vista los honores. Luego es menester que sean compelido á tomar parte en el gobierno por algun motivo poderoso, qual seria el temor de algun castigo. De donde acaso vendria el mirarse como cosa torpe encargarse de la administracion pública de su grado, sin ser compelido por fuerza. El mayor castigo pues para el hombre (52) de bien, quando rehusa gobernar á los demas, es sufrir el mando de uno peor que él, y este temor es el que me parece obliga á los sábios á encargarse del gobierno, si alguna vez lo hacen, y entónces aceptan los empleos, no por interés ni por recreo, sino, por la necesidad y por la falta de sugetos tanto ó mas dignos que ellos de gobernar. De manera que si se encontrase un Estado compuesto únicamente de hombres de bien, se disputaria la condicion del particular como se intrigan en el dia los empleos, y se reconoceria claramente en semejante República, que el verdadero Magistrado no tiene en vista su propio interés, sino el del súbdito. Y así cada ciudadano persuadido de esta verdad estimaria en mas ser feliz por los cuidados de otro, que trabajar en provecho de los demas. De ningun modo pues concedo yo á Thrasimaco, que la Justicia sea el interés del mas fuerte; bien que