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PASAMOS EL RÍO

Vaya si tiene! ¡Vaya si tiene!—continuó murmurando como persona descontentaella.

—Es muy joven para todos esos trabajos,—dijo la muchacha.

—Demasiado joven,—dijo Alán vuelto de espaldas á —Haría mejor en ir á caballo,—continuó la joven.

—¿Y dónde podría conseguir un caballo?—gritó Alán volviéndose hacia ella con el mismo aspecto furioso.Quiere Vd. que lo robe?Creí que su rudeza habría hecho alejarse de una vez á la muchacha; pero ella permaneció silenciosa un rato.

Mi compañero sabía bien lo que se pescaba, y á pesar de su sencillez en algunas cosas de la vida, tenía mucha experiencia y conocimiento del mundo en asuntos de esta naturaleza.

į —No había necesidad de que me lo dijera,—exclamó ella al fin.—Vds. son caballeros.

| —Bien, dijo Alán un tanto ablandado con esta observación inocente, y suponiendo que lo fuéramos ¿ ha oído decir Vd. alguna vez que la cualidad de ser caballero le ponga á uno dinero en los bolsillos?

La muchacha dió un suspiro al oir esto, como si fuera alguna gran señora maltratada de la fortuna.

—No,—dijo,—tiene Vd. mucha razón.

Durante todo este tiempo estaba yo irritándome del papel que se me hacía desempeñar, sentado allí como si tuviera la lengua atada, lleno de vergüenza y á la vez con risa comprimida; pero la situación era de las que no podía yo soportar mucho tiempo, y le pedí á Alán que me dejara, pues ya me sentía mejor. Pero las palabras