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EN BALQUIDER

mejor, le prevengo de antemano que la partida no sería igual. Se me haría imposible acuchillar á un hombre que toca la cornamusa como Vd.

Y con estas palabras, la paz quedó afianzada; y toda la noche la cornamusa pasó de unas manos á otras y la botella no se quedó ociosa; y el día estaba ya muy adelantado antes que Robín pensara en partir.

Esta fué la última vez que lo ví, porque yo estaba en los Países Bajos, en la Universidad de Leyden, cuando fué juzgado y ahorcado en Edimburgo. Y he referido esta escena tan extensamente, en parte porque fué el último incidente notable que me aconteció en aquellas regiones, y en parte porque, habiendo sido ahorcado aquel hombre, es historia que merece ser contada.