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PLAGIADO

lo menos por la novena vez desde que el guía se separó de nosotros.

—Yo puedo llevarlo. Gracias, le contesté con mucha frialdad.

Alán se puso muy colorado.

—No haré más semejante oferta,—dijo, yo no soy hombre muy sufrido, David.

—Nunca he dicho que Vd. lo sea,—dije con la manera ruda y tonta de un muchacho de diez años.

Alán no me dió respuesta alguna, pero su conducta posterior respondió por él. En adelante, se podía creer que él mismo se daba por perdonado del asunto en la morada de Cluny: caminaba con aire arrogante, silbando canciones y mirándome de soslayo con una sonrisa provocativa.

La tercer noche aclaró el tiempo: un viento frío del norte disipó las nubes, y las estrellas brillaron.

Los torrentes estaban llenos y hacían un gran ruido entre las colinas. Alán estaba de muy buen humor. En cuanto á mí, el cambio de tiempo vino demasiado tarde; había permanecido tantos días en la humedad y el fango, que me sentía sumamente enfermo, fatigado y medio muerto, y lleno de toda clase de dolores. En esta tristísima condición, tenía que soportar las burlas y sarcasmos de mi compañero, que hablaba mucho, y siempre con una cuchufleta. " Whig" era el mejor nombre que me daba.

‘Aquí hay una buena oportunidad para uno de sus notable saltos, Sr. Whig,"—decía otras veces; y así por el estilo.

Yo sabía que todo eso era culpa mía, y no suya; pero me encontraba demasiado enfermo para tener fuerzas de