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PLAGIADO


CAPÍTULO XXIV

LA HUIDA EN EL BOSQUE: LA RIÑA


EN medio de las tinieblas de la noche, y guiados por uno de los sirvientes de Cluny, salimos de la jaula y se nos dejó en otro escondite cerca de Loch Rannoch. El sirviente llevaba nuestro equipaje y el capotón de Alán.

Fué indudablemente un gran alivio andar desembarazado de todo peso, y quizá sin dicho auxilio no me habría sido fácil moverme. Acababa de levantarme de una enfermedad, y no había nada en el estado de nuestros asuntos que me infundiera aliento para continuar mi viaje por los lugares desiertos de Escocia, bajo un cielo nublado, y con un compañero de quien no estaba muy satisfecho.

Durante largas horas, no cambiamos una sola palabra ; íbamos unas veces juntos, y otras uno detrás del otro, cada cual con estudiado rostro: yo, colérico y orgulloso, sacando fuerzas de estas dos pasiones: Alán cólerico y avergonzado; avergonzado por haber perdido mi dinero, colérico por haberlo yo tomado á mal.

La idea de una separación iba tomando en mí cada vez más cuerpo; y cuanto más la aprobaba, tanto más me avergonzaba de mi aprobación. Habría sido muy bueno,