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CONTINÚA LA FUGA POR ENTRE LOS BOSQUES

mos haber caído en mejores manos. Permaneceremos aquí con estos hombres que son sus centinelas avanzados, hasta que su jefe tenga noticia de mi llegada.

Cluny Macpherson había sido uno de los cabecillas de la gran rebelión ocurrida seis años antes, en 1745.

Su cabeza estaba puesta á precio, y yo lo suponía en Francia hacía mucho tiempo con el resto de los cabecillas de su partido. Á pesar de lo fatigado que me encontraba, la sorpresa de lo que había oído, me despertó.

—¡Qué !—exclamé.—Cluny está todavía aquí?

—Así es,—dijo Alán. Aun está en sus tierras guardado por su propia gente. El Rey Jorge de Inglaterra no puede hacer más.

Creo que hubiera hecho otras preguntas, pero Alán me dió un corte diciendo: —Estoy muy cansado y quisiera dormir.

Y sin decir una palabra más se tendió en el suelo y pareció como si se hubiera dormido inmediatamente.

Semejante cosa no me era posible. No bien cerraba los ojos me parecía oir zumbidos donde quiera, como si todo el cuerpo lo tuviera lleno de cigarras. Tenía que abrir los ojos inmediatamente, y moverme de un lado á otro, y sentarme y tenderme de nuevo, y mirar á los selváticos y harapientos centinelas de Cluny que estaban charlando en su idioma gaélico.

Esto fue todo el reposo que tuve hasta que regresó el mensajero; y como parecía que Cluny tendría gusto en recibirnos, tuvimos que ponernos en pie, y emprender otra vez nuestro camino. Alán parecía de muy buen talante y muy refrescado con el sueño, y muy hambriento, solazándose con la perspectiva de un trago y un plato de