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PLAGIADO

—Es un voto que hice de no llevar jamás conmigo rapé. Es indudablemente una gran privación; pero cuando pienso en los mártires, no solo de Escocia sino de otros países cristianos, me avergüenzo.

Después de haber comido un potaje y un poco de suero de leche, mi huésped puso una cara muy grave y me dijo que tenía que llenar un deber y que éste era informarse acerca del estado de mi espíritu respecto á Dios. Al principio me sentí inclinado á sonreirme, recordando lo del rapé; pero á poco de haber hablado sentí mis ojos anegados en lágrimas, porque hay dos cosas de que jamás se cansa el hombre: la bondad y la humildad, de las cuales nunca tenemos demasiado en este rudo mundo sobre todo entre gente fría y orgullosa; y el Sr. Henderland tenía bastante de aquellas virtudes. Aunque yo estaba no poco envanecido con mis hazañas y aventuras, sin embargo, pronto aquel hombre sencillo y bueno me tuvo á sus pies, y yo coutento y orgulloso de estarlo.

Antes de acostarme me ofreció, de sus limitados recursos, una pequeña moneda para ayuda de gastos; y á tal exceso de bondad no supe qué hacer. Pero al fin, tales fueron sus instancias, que pensé que lo más acertado era aceptarla, dejándole más pobre de lo que ya era.