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EL CAPITÁN SE RINDE

Tan pronto como haya un poco de viento, pondré manos á la obra. Pero hay algo más. Podremos encontrarnos con un buque del Rey, que tal vez nos aborde sin que yo tenga la menor culpa, puesto que están cruzando por esta costa, Vd. sabe por qué. Ahora, si tal cosa aconteciera, Vd. perdería el dinero.

—Capitán,—exclamó Alán,—si Vd. ve un gallardete, lo que tiene que hacer es huir á toda prisa. Y ahora, como me parece que está Vd. algo escaso de aguardiente, hagamos un trueque: una botella por dos cubos de agua.

Esta fué la última cláusula del tratado, y fué fielmente cumplida por ambas partes; de modo que Alán y yo pudimos lavar la cámara y hacer desaparecer los recuerdos sangrientos de los que habíamos matado; y el capitán y el Sr. Riach pudieron ser felices á su manera, bebiendo.